Voy a contar un episodio que no he olvidado, ocurrió hace apenas un lustro y quiero compartirlo. Un día me encontraba en la única biblioteca del pueblo, cuando me aproximé al estante indicado por la bibliotecaria, noté al acercarme una brisa de aire tibio, inexplicablemente el libro elegido es expulsado al suelo por una fuerza invisible, me incliné para tomarlo, estaba abierto en la página 133 que en el “Libro de la Biblia” significa “Si tu hermano suelta la antorcha de la fe, levántala tú para que el fuego siga brillando”; al instante me sentí protegido. Decidí llevármelo, pensé ¿Ha estado esperándome?
Pasaron varios días de este suceso, una tarde abrí el escritorio y tomé sin saber por qué, el escapulario confeccionado en tela marrón de unos 4 x 5 cm zurcido en los bordes, que en una de sus caras tenía pegada una estampita amarillenta de San Expedito. Fue rescatado de un monedero en mi casa paterna. Lo llevó mi mamá colgado al cuello, después de su muerte lo guardé celosamente por más de diecisiete años. Cuando la enfermedad extremaba sus padecimientos, le pidió su intersección para la entrada en el cielo de las benditas ánimas.
¡Oh casualidad! Al abrir el escapulario y leer el texto de la plegaria quedé helado, seguramente los ojos de mi mamá se posaban sobre mí, era exactamente igual al que figuraba en la página 133, quedé impresionado, recé implorando maternal protección.