El caso dio comienzo el sábado a la tarde, el pequeño Julián estaba jugando en la vereda a sólo 10 metros de la entrada de su domicilio, en el cruce de las calles 520 y 191 del barrio Abasto de La Plata, cuando mediante engaños una mujer se lo llevó a bordo de un taxi. La doméstica al darse cuenta de lo sucedido, gritó y gritó desesperada su nombre, entonces corrió hasta la cocina de la casa para dar la ingrata noticia. No es posible dijo la madre, las mujeres se dirigieron hacia la calle y la mamá exclamaba -¡Se robaron a mi hijo!- Azoradas pidieron ayuda a los vecinos y rezando fueron hasta la comisaría.
Allí contaron lo acontecido con su delgado chiquito de tres años de edad. El vecindario indignado se agrupó frente a la dependencia policial, no podían permitir tanta maldad. Aún no pueden creer que en 10 minutos desapareció el pequeño y nadie notó nada extraño.
El agente Martínez, con parada habitual en la terminal de La Plata, asegura haber visto después de las 18 horas a un pequeño tomado de la mano por una mujer, subir a un colectivo de la empresa Automotores La Plata con destino a Junín, éste advirtió sobre el apuro que exhibía y la ausencia de valija para emprender el viaje.
Tal vez, el testimonio del chofer del ómnibus sea el que más se acerca a la realidad, le pareció raro la actitud del niño, lloraba y mostraba una expresión de miedo, el pantaloncito estaba mojado de pis y se parecía a un muñeco de cera. La abogada Maddalena Spinoso sentada en la butaca siguiente dice que oyó “¡No sos mi mamá! ¡No me pegues!”, a ésta le pareció un reclamo lleno de angustia, agudizó sus sentidos para no perderse detalles de lo que acontecía.
Al llegar el micro a la ciudad de Suipacha, la abogada estaba muy sensibilizada con lo que venía presenciando, comenzó a preocuparse, bajó del ómnibus con el pretexto de ir al baño, pero en el ínterin habló con el chofer que se dirigía a entregar las encomiendas. La conversación es oída por el vendedor de boletos que interviene pidiendo precisiones. Luego de la salida del micro pone en conocimiento a la policía.
En el próximo destino – Chivilcoy – la policía despliega efectivos para detener a la sospechosa; apenas detenida la marcha los vigilantes suben al microbús invitando al pasaje a descender y a exhibir el documento de identidad. En ese momento la apropiadora se altera. No tiene identificación encima, excusa para ser conducida a la comisaría.
La sospechosa es llevada por el cabo de guardia hasta el despacho del comisario, éste le indica que avance y le pregunta ¿Cuál es su nombre?, ante la falta de respuesta le repite ¿Cómo se llama?, entonces responde Mercedes, aunque ese nombre se supone falso. Había nacido en el barrio de Los Hornos (LP), era peluquera de treinta y siete años, medía un metro setenta, de pelo castaño y largo, ojos color café con una cicatriz en la mejilla izquierda.
Por sus rasgos se deducía que consumía ansiolíticos, estaba “un poco ida”. No era capaz de controlar sus compulsiones. En voz baja no paraba de murmurar “tengo la esperanza de criarlo”, “voy a amarlo como propio”. Según fuentes del caso, admitió que era infértil y confesó su autoría. La policía confirma la identidad de la víctima que fue mantenida en reserva.
Las actuaciones policiales quedaron en manos del Juez de Menores de Turno del Departamento Judicial de Mercedes. La acusada sería sometida a estudios psiquiátricos y psicológicos a fin de determinar si podrá comprender la criminalidad de sus actos.
Julián volvió con su madre llorando desconsoladamente, el pequeño cierra fuerte los ojos sin comprender lo sucedido, sólo tiene 3 años y le tocó vivir la pesadilla de una apropiación ilegal.
Nota: Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia.